Manuel Sáez (Castellón, 1961) es un reconocido artista, que ha expuesto sus obras en algunas de las principales galerías del país. También ha realizado mosaicos cerámicos de gran formato como los que se encuentran en la Universitat Jaume I (el Ágora y el de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales). Sáez es el diseñador del trofeo de Penyagolosa Trails desde 2018.
- ¿De dónde viene la inspiración para crear este trofeo?
Yo quería que el trofeo fuera ligero. Es una pieza multigénero, funciona para hombres, mujeres, derechas, izquierdas… y en la carrera hay un tramo que se solapa con el Camí dels Pelegrins de Les Useres, que van descalzos y me gustaba mucho la idea. Ecología, tradición, deporte. Utilizar una huella me pareció una gran idea.
Yo también estoy muy marcado por Abebe Bikila que ganó las olimpiadas descalzo. Eso es un guiño interno que me gusta. Para mi, los atletas están por encima de todas las demás disciplinas deportivas.
- Como dices, la tradición y la historia también están de alguna forma en el trofo…
Efectivamente. Ahí está la huella. Es un símbolo universal, construido a partir de óvalos que simbolizan la eternidad., sin aristas. Quería un trofeo con sustancia y la tiene. Y además es un escultura mutante. Cada año cambia de color y no tiene límite en ese aspecto. Y es una escultura original, ya que cada año sólo se entregan 4.
- Azul, verde, morado y rojo. Cuatro años y cuatro colores distintos con simbolismo…
El mundo deportivo está saturado de color. Antes, los uniformes eran más sencillos. Pero ahora la batalla visual que hay obliga a las marcas a destacar. Y yo quería que el trofeo tuviera vida y que reinara por encima del ruido visual que puede haber en la meta.
- ¿Y cómo es el proceso de fabricación de una escultura así?
Previamente a esto yo hice 60 dibujos. Hay un proceso detrás. Estuve seis meses trabajando y al final también escucho. Porque a mi lo que me interesa son las soluciones. Y he trabajado con un estudio de diseño que me ha ayudado mucho para materializarlo. Y lo hemos hecho con industriales de aquí, con una empresa de Almassora.
Las cosas cambian según el color que pongas. Al negro por ejemplo le tengo terror. Mi momento vital me pide color. Y aún lo haría más llamativo. Para el año que viene quiero hacerle una pequeña modificación, pero ya veremos.
- ¿Cómo ves la aceptación del trofeo por parte de la gente?
A la gente le gusta mucho. Y además veo que tiene muchas más aplicaciones. Ya se han hecho algunas, pero creo que se pueden hacer más. A mi me gustaría mucho que hubiera un “Paseo de la Fama” donde los ganadores pusieran sus huellas.
- Hablando ahora un poco de la carrera, ¿cómo ves la MiM y la CSP?
Para mi, la carrera no tiene rival a nivel estético y conceptual. Que salgas del mar y llegues a la montaña, cruzando Castellón que es la provincia más bonita de la península es increíble. Pero es que sale de una universidad, pasa por los pueblos, por paisajes… no tiene rival. Es una cosa única, ya que además se ha convertido en una carrera mítica. La gente quiere correr la MiM y se apuntan juntos al sorteo y la viven todo el año.
- Además ya lleva una gran trayectoria. Más de 20 años realizándose, organizar un Campeonato del Mundo, ahora un Campeonato de España…
Yo creo que los que corren la carrera son los mejores. Para mi dónde expongo es lo mejor. Puedes exponer en salas más grandes o más pequeñas, pero para mi, el sitio en el que expongo es el mejor. Y esta carrera tiene esa característica. La carrera hace a los corredores.
- El trofeo es una escultura de unos centímetros, pero tu también has hecho obras de gran formato. ¿Qué diferencias hay de diseñar algo pequeño a obras tan grandes?
Para mí el proceso es el mismo. Ahí delante hay un mosaico que acabo de hacer de 153 metros cuadrados, el Ágora tiene casi 1900 m2 y esta escultura unos centímetros. Todo nace del mismo sitio, de un boceto de 50×70 cm que tengo en el taller. Yo trabajo en pequeño, pero pienso en grande. Y está pensado para que puedas escalarlo.
Eso sí, no todas las imágenes pequeñas se pueden hacer grandes. Pero yo trabajo como un sastre, haciéndolo todo a medida.
También pienso que la libertad está en la limitación. Cuando te acotan el territorio tu das lo mejor de sí. Mi trabajo es autoencargo. Me planeo las cosas para canalizar las energías en una dirección.
- Con tantos años de experiencia, en los que has expuesto por toda España, te has formado en el extranjero. ¿nos podrías hablar para acabar de cómo es la carrera de un artista y cómo va evolucionando?
La carrea de un artista es como la MiM. Es un maratón, una carrera dura. Que no se acaba nunca. Yo ahora tengo 61 años, pero tengo la sensación de que lo bueno está por llegar. Mi plan es estar 40 o 50 años más pintando, no pienso en la jubilación.
Carmen Alborch me dijo una vez “lo bueno de hacerse mayor es que algunas cosas las entiendes”. Y ahora por fin empiezo a entenderlas.
Yo me considero empezando de cero y aprendiendo. Estar aquí con los que ponen fachadas es la lección más grande de la semana. Ver cómo un tío te pone una tesela en la pared con una cuña de cristalero y la mueve 3 mm me parece una maravilla. Para mi en la pirámide social, arriba está la gente que trabaja con las manos.